En alguna escuela del Estado del D.F., en algún día del mes de agosto de 1921. Se encontraban, en mesa redonda, maestros y madres de familia. En medio, se encontraba el director Cáceres. Después le seguía la maestra Corintia, seguida de la maestra Ortensia. Después le seguían la madre de familia Esperanza, y las representantes de la comuna de padres de familia, Doña Cecilia y Doña Castina.
CÁCERES: —Estamos aquí reunidos, para establecer las bases que serán el futuro de esta escuela, y la del resto del país. Como sabrán, venimos en clara decadencia gracias a la crisis que nos propinó el expresidente Carranza. Pero gracias a don Adolfo de
CORINTIA:—Sí, hay más calor que nunca, señor director.
CÁCERES: —Así es. Bueno, como decía, gracias al Señor Huerta y a las ideas revolucionarias del señor Vasconcelos, tendremos una institución que lleve de la mano a las escuelas. En lo que nos compete, las escuelas básicas, que son Escuelas Primarias, tendrán una ayuda sin precedentes, para el bienestar de nuestros hijos.
ORTENSIA:—Hay que mencionar, querido director, que lo que se pretende establecer primero, es una secretaría que sea la encargada de la educación del pueblo, para después desembocar en una institución legítima y fuerte. Pero primero, es lo primero.
CÁCERES: —Bueno, querida maestra, yo pretendía explicarlo de la manera más clara para que sea comprendido.
ORTENSIA: —Sí, pero hay que decir las cosas como son querido director.
CÁCERES: —Estoy de acuerdo, pero cómo pretende que entiendan…bueno, basta de discusión. El caso es este, se pretende hacer las bases de lo que será, la secretaría de la educación del pueblo, y todo para crear una educación integral y cultural. Eso es lo que necesitamos elaborar. El gobierno pretende crear y poner a la mano del ciudadano, la cultura y la educación. Pero para eso, nos pidieron que establezcamos patrones que creen las bases del reglamento escolar…
Doña Cecilia levantó su mano que tenía un pañuelo, seña de que quería preguntar.
CÁCERES:—…es por eso de que. Sí, doña Cecilia
CECILIA:— Doña Cecilia Prieto, por favor. No entiendo para qué nos mandó a llamar. Creo que todo eso es para los maestros y las diversas jerarquías de las escuelas. No entiendo dónde entramos nosotros los padres.
CÁCERES: —Sí, Doña Cecilia Prieto, mire, esto es parte del plan que nos hicieron llegar, que sea integral. Que los padres sean partícipes en la generación de esta nueva institución…
ORTENSIA:— Secretaría, señor director. Secretaría.
CÁCERES: —¡Ya sé, Ortensia, ya sé! Esta secretaría.
CECILIA:— Pero eso no debería ser así. El gobierno tiene la obligación de prestarnos la mejor educación posible, no tiene que hacernos venir hasta aquí, y más con este horrible calor que nos manda el altísimo. Este gobierno sí que no sirve para nada.
CASTINA: —Eso mismo digo, Ceci. Ese presidente no piensa las cosas. Actúa como Dios le da a entender. Fíjate que mi prima, que vive en Francia, no tiene estos desaguisados. Me dice que está muy bien, y que las escuelas brindan una educación de primera.
CÁCERES: —Es por eso que nosotros queremos imitar ese tipo de acciones. Esta idea de reunión es traída desde Francia. Así se empezó en París. Es una idea de primer mundo, y nosotros somos los autores intelectuales de los jóvenes brillantes del mañana.
CECILIA:— Bueno, pero para qué nos necesita.
CÁCERES: — Pues como dije antes, para sentar las bases…
CECILIA:— Sí, sí, sí, pero cómo. Con qué ¿Más dinero?
CÁCERES: — No, no, no, no, cómo cree. Aparte está el donativo que los padres quieran dar. Pero vamos por lo primero. El gobierno se encargará de presentarnos un programa de estudios que sea integral…
CASTINA: — (lanza una sentencia al aire)Esa palabrita la traigo entre ceja y ceja.
CÁCERES: —…que se encargue de encaminar la educación de nuestros hijos. El plan tendrá los temas básicos de matemáticas, español, para la escritura y la lectura, biología, que se enfocará en el medio ambiente; y se adaptará una clase de educación física para que el niño crezca, no solo con una salud mental óptima, sino que también tenga una salud física. Y hay un apartado muy importante para con la cultura. Habrá libros de textos que contengan obras que alimenten y fomenten la cultura del niño.
CECILIA:— Espero que nos notifiquen qué autores van a leer nuestro niños, porque no quisiera que traigan escritos penosos. Y a todo esto, cuánto nos costará cada dichoso libro.
CORINTIA:— Esto es lo magnífico de todo (levantó la voz. Ya se habían olvidado que estaba presente la maestra) ¡Nada, será gratis!
CÁCERES: —¡Así es!Gracias maestra Corintia. No costará nada, será gratuito.
CECILIA:— Por lo menos.
CÁCERES: —Pero a lo que nosotros nos compete, es la hora estipulada. No a cuantas horas, sino a qué horas, y demás cosas, con las que se formarán los lineamientos de nuestra escuela.
CASTINA:— ¿Y cuántas horas serán las que llevarán los niños?
CÁCERES: —Primero vamos por pasos…
ORTENSIA:—Las mismas 6 horas.
CÁCERES: — Gracias, Ortensia. Sí, las mismas seis.
CECILIA:— ¡Jum! Es lo mismo. Ya decía yo que no seguirían el decreto comunista de ocho.
CÁCERES: — Señora, con el perdón. Nosotros no somos una sociedad comunista.
CECILIA:—Pues por eso estamos como estamos.
CASTINA:— Muy bien dicho, Ceci.
CÁCERES: — Bueno, pero lo de los horarios lo veremos en su momento. Eso de que sea seis o siete, todavía no se establece. Pero lo que nos compete, es crear el plan de trabajo de la escuela. Es muy importante que nosotros creemos el organigrama, para presentarlo, y en conjunto con las demás escuelas hagamos un plan total. Por eso de la importancia de lo que hagamos hoy.
CECILIA:— Pero bueno, no sabemos qué hacer.
CORINTIA:— mire, pero tenemos lo que hicieron en otras escuelas, para darnos una idea.
CÁCERES:—Sí, tenemos un organigrama de una escuela, que es la escuela…
ORTENSIA:— Pero que quede claro que es una idea y no tiene que ser igual.
CÁCERES:— Pero claro, Ortensia, será un ejemplo.
CECILIA:— Pero díganos cuál, y déjense de agarrar del chongo.
CÁCERES:—Bueno, pues clases desde el inicio, después de dos horas, un pequeño receso, para un rato de esparcimiento y para que ingieran unos alimentos…
CASTINA:— ¿Los alimentos serán gratuitos?
CÁCERES:—No. Los alimentos corren por cuenta de los padres. El alimento tiene que ser una obligación de los padres. Deben darle a los niños una alimentación sana y que ayude y complete la formación del futuro ciudadano. La alimentación debe ser integral para el niño. Ustedes deben brindarles un nutritivo alimento, mientras nosotros los nutrimos con la cultura.
CECILIA:— Pero no que sería integral y no sé que cosas? En vez de ayudarnos a los ciudadanos, nos perjudican. No nos ayudan en el bolsillo. ¿Sabe usted cuánto gastaríamos en comprarles manzanas y leche? A la semana sería un dineral…
CÁCERES:—Entre otra cosa, hay la posibilidad de que puedan vender comida en el receso.
CASTINA:— Pero qué podríamos vender.
CÁCERES:—Pues, tamalitos, tacos o tortas. Cualquier antojito que quieran.
CECILIA:—Pero ¿cómo nos vamos a meter a vender cosas? Por favor, Castina.
CASTINA:— Pero yo lo decía por los demás. Por supuesto que no tengo la necesidad. Pero… ¡No se te olvide que estamos representando a todos los padres!
CECILIA:—Tienes razón.
CÁCERES:— Sigamos con el ejemplo de esta escuela. Después del receso…
ESPERANZA:— Perdón maestro, cuánto tiempo es el receso.
CÁCERES:— Soy Director, querida señora. Director. Bueno sobre el tiempo, no dice nada. Pero qué les parece una media hora.
CORINTIA:— ay sí, Don Cáceres, porque después no nos da el tiempo para descansar. Porque es muy tequioso estar hablando dos horas y después entrarle con las otras tres.
ORTENSIA:— Es verdad. Yo creo que con media hora nos da. Está muy cabrón estar hable y hable, y no tener por lo menos un descansito. La garganta se desgasta. Media hora está bien.
CÁCERES:—¿Lo ven bien ustedes?
CECILIA:—A mi no me importa cuánto tiempo den, lo que nos interesa es la hora que les den el receso, porque hay padres que les traen sus tortitas a los niños. ¿A qué hora será el receso?
CÁCERES:—Pues, sería a las nueve.
CECILIA:—¡Qué!¡A las nueve! A esa hora me estoy levantando. No, no, no. Es muy matado. Vea que tengo que encargarme de la comida de mi marido, y es que a él no le gusta que un extraño le prepare la comida. En la revolución hubo muchos muertos por envenenamiento. Por eso no contratamos a una cocinera.
CASTINA:—Ajá.
CECILIA:—Qué dices Castina.
CÁCERES:—Bueno, bueno. Puede ser a las diez de la mañana¿les parece?
CECILIA:—Bueno, las diez ya es más razonable.
CÁCERES:—A las diez será entonces. Apúntele ahí, Corintia.
CORINTIA:—Receso a las diez AM.
CÁCERES:—Bueno, ya tenemos el horario de receso que es de diez de la mañana a diez y media. Sólo queda el horario de la entrada.
CECILIA:—Pues mire, con que la salida sea a la una, por mí está bien. Pues después de traer el desayuno, a las once vengo estando en el mercado, comprando la comida, y eso me lleva tiempo. Vengo llegando a las doce, para empezar a cocinar. A la una dejo la comida en la lumbre y me vengo a recoger al niño. Así para que cuando llegue mi marido a las dos, ya esté todo listo.
CORINTIA:—Estoy de acuerdo con la señora. A mí me da tiempo de ir a cocinar lo que se compró y terminar a las dos. Descansar dos horas, bañarme y venir a las seis para cumplir con labores directivas.
ORTENSIA:—Entonces vendría siendo el horario de entrada a las siete ¿no?
CECILIA:—Por mí no hay problema, mi esposo traería al niño, el entra al trabajo a las siete treinta.
CASTINA:—Pues por mí tampoco hay problema, la señora trae a mi hija y a mi hijo.
CÁCERES:—Pues ya estamos. La entrada es a las siete y la salida a la una. Escriba Corintia.
CORINTIA:—La entrada es a las siete AM…
ESPERANZA:—¿No deberíamos poner los horarios que beneficien a los niños? Porque creo que si la entrada es a las siete, ¿entonces se levantarán a las seis?
CECILIA:—Pues sí. Pero si nosotros no podemos venir a buscarlos, quién vendría.
CASTINA:—Además, es bueno que empiecen a madrugar. Así empezarán a formarse para el trabajo. Como su padre.
ESPERANZA:—Pero, ellos, cuando vengan todavía estarán medio dormidos ¿entenderán algo de la clase?
CECILIA:—Claro que sí. Deben entender. Mira, Rogelito, es un niño que a la hora que lo despiertes, está como gato. Es muy vivaracho. Además piensa, mujer, si la entrada la ponemos a las 8, ellos saldrían a las 2, tendríamos que esperar a que venga para poder comer. Eso sí estaría muy cabrón.
ESPERANZA:—¿Pero, estará comprobado que los niños están despiertos a las siete?
CASTINA:—Claro que sí. Mi prima me dijo que en Francia, los niños entran a las nueve y salen como a las tres de la tarde. ¿Te imaginas? ¡Las tres de la tarde! Por eso los franceses son guevones.
CECILIA:—Yo creo que está bien a las siete.
CÁCERES:—Bueno, esto es sólo una pequeña prueba. Las demás escuelas tendrán su horario, y después de seis meses, se establecerá el horario. No se preocupen, si no sale bien, lo cambiamos. Los especialistas encargados de la educación estudiarán el hecho, y si no es beneficioso para nuestros niños, lo cambiamos.
CASTINA:—Ya ves, Esperanza, no hay de qué preocuparse.
CECILIA:—(susurrándole al oído a Castina) Siempre es una mujer sobre protectora. ¡Me choca!
CÁCERES:—Bueno. Ahí estamos con el horario de entrada y salida; con el receso. Y ahora, sólo falta el horario y día de la educación física.
CECILIA:—El lunes. Porque el sábado y domingo se la pasa holgazaneando.
CASTINA:—Estoy de acuerdo con mi amiga.
CÁCERES:—Entonces será el lunes. ¿Les parece de nueve a diez de la mañana?
CECILIA:—Por mí no hay problema. Ya les dije, con que no me perjudique, todo está bien.
ORTENSIA:—¿No podía ser de dos horas? Es que la garganta no me daría para toda la semana.
CÁCERES:—Eso lo veremos luego ¿Ok? Pero que quede de una primero.
CORINTIA:—Y que tal si son dos veces a la semana.
ORTENSIA:—Mejor tres, querida, para que nos de la voz para la semana.
CÁCERES: Me parece perfecto, que sea lunes y miércoles. Cópiale Corintia. Bueno, pues ya estamos.
CECILIA:—¿Ya, es todo?
CÄCERES:—Sí, eso es todo. El resto corre por nuestra cuenta. Sólo recuerden que el gobierno está revolucionando la educación, y todo para brindarles armas a los niños y los ciudadanos para crear un desarrollo integral. Es por eso que tendremos, en un futuro, libros de texto gratuitos, especializados para crear una conciencia cultural. Pero eso es en cuanto a los libros. En cuanto a los edificios de nuestra alma mater, requiere de donativos para poder solventar el desarrollo integral.
CECILIA:—Ya decía yo, que eso de lo “integral” nos iba a quitar dinero. Con cuanto le da.
CÁCERES:—Pues, bueno. Vemos que hace falta pintura, hace falta resanar algunas partes, arreglar algunas sillas, etc.
CASTINA:—Y ¿con la colegiatura, no da?
ORTENSIA:—Eso da para nuestro humilde sueldo y para cosita de la escuela.
CÁCERES:—Pero no se preocupen, porque el gobierno, en un futuro no muy lejano, solventará los gastos, quitando las colegiaturas.
CECILIA:—Sólo espero que “ese futuro no muy lejano” no sea cuando Rogelito, haya terminado. Con cuánto les da para le donativo.
CÁCERES:—Pues con que cada uno ponga para con un bote de pintura, daría.
CECILIA:—Ok.
ESPERANZA:—Pero, si todos damos para un bote de pintura, sería más dinero.
CECILIA:—Pero es un donativo. No es una obligación.
CÁCERES:—Ejem… sí es un donativo, pero quiero recalcar que es un donativo que necesita urgentemente la escuela.
ESPERANZA:—pero hay gente que, entre la colegiatura y el donativo, no tiene ni para comer.
CECILIA:—Pero esas personas deben entender que deben quitarse la comida de la boca por el futuro de su hijo. Está bien, señor director.
CÁCERES:—Pues con esto, damos por terminado esta pequeña asamblea educativa.
CASTINA:—¿Asamblea?
CÁCERES:—Quedamos satisfechos con los puntos que serán las bases de nuestra educación integral. Con esto estaremos preparando al futuro de nuestro país.
CECILIA:—Vámonos, Castina, que tengo que llegar a hacer la comida.
CASTINA:—Sí, vámonos. Nos vemos, señor director.
CÁCERES:—Adios señoras.
Todos se levantaron y se fueron. Sólo quedaron el director Cáceres y la señora Esperanza.
ESPERANZA:—Señor director.
CÁCERES:—Sí, dígame.
ESPERANZA:—¿En verdad sólo va hacer una prueba?
CÁCERES:—por supuesto, esto será una prueba para ver qué cosas están mal y repararlo. No se preocupe, doña Esperanza. Todo va para bien. Estamos en un momento muy importante. Primero será una Secretaría de educación Pública, para después erigir una institución preparada para crear los elementos necesarios para el desarrollo de nuestra educación.
ESPERANZA:—Y¿ en cuánto tiempo tardará la prueba?
CÁCERES:—Yo creo que con este último semestre, y después de esto, para adelante.
ESPERANZA:—Ojalá, señor director, ojalá.
2 comentarios:
Muy bueno mi Estimado Wilberth, la parte que más me gustó fue esta:”La alimentación debe ser integral para el niño. Ustedes deben brindarles un nutritivo alimento, mientras nosotros los nutrimos con la cultura”, si se pudiera medir la cultura que adquirimos en las escuelas públicas del país, que terrible!
muchas gracias. Qué bueno que te gustó. De acuerdo. Como si pudieran medir la cultura. A lo mejor sí se puede y no tenemos unidades de conocimiento. Pero ¿A poco no fue así como crearon la SEP? Pareciera que no está alejado de la realidad. Eso de entrar a las 7 am, qué tormento chino para los pobres infantes; que junto con las tapitas en la rodilla, los reglazos en las manos, y los jalones de patilla, nos dan a entender que la guerra está íntimamente ligada con la educación.
Un saludo
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