miércoles, 27 de febrero de 2008

Cuentas para la vida

En las orillas de la playa, en medio de la carretera, lejos del pueblo, hay una casita hecha de madera que vende artesanías. Está alejada de la carretera, pero se puede ver cuando uno se dirige a Champotón. Está como a diez metros de la play, y si pasas en la noche, verás como los tristes focos les transmite decepción a la casa. Es de un solo cuarto, así como lo quiso Don Pascual.

Pascual es el dueño y habitante de dicha casa. Vive con sus hijas Flor y Ramona.

Él tenía como pareja a Romana, una morena que era de Veracruz. Así la escogió, morena, para que sus hijas tuvieran un buen cuerpo. La madre de sus hijas murió hace mucho tiempo, así como sus otros hijos. Más bien, Don Pascual los mató; a su esposa, porque había engordado y dio a luz a dos varones, y a sus hijos porque eran niños.

Él tenía relaciones sexuales con sus hijas desde que ellas tenían 5 años. Se podría decir que él tenía hijas para ser feliz. Una de ellas, Ramona, está embarazada y pobre de ella si no tiene una hija.

Cuando ellas preguntaron por su mamá, éste les dijo que se había ido con otro hombre, sin que supieran que él la ahogó mientras dormía, la arrastró a la orilla, la descuartizó y aventó los trozos al mar. Y ya que andamos contando las muertes, a sus hijos varones, porque fueron dos como dije antes, los mató de forma singular. Al primero, cuando nació y Pascual se dio cuenta de que era varón, se lo llevó de la casa diciendo que no estaba bien, que se estaba asfixiando y que necesitaba aire fresco. Entonces se lo llevó dentro de los matorrales, le quebró el cuello, le amarró una piedra y lo arrojó al mar. El mar era cómplice de las barbaries de Pascual, se tragaba los pecados del asesino. Cuando llegó a su casa, Romana estaba durmiendo, pues el esfuerzo del parto fue bárbaro, y las niñas, que en ese entonces eran de 8 y 6 años, estaban tendidas en la playa durmiendo por las malas noches que les hacía pasar su padre.

Al despertar Romana y preguntar por el bebé, Pascual le dijo que al niño se lo llevó una mujer que compró una concha de tortuga. Era una mujer de dinero y se encariñó tanto con el niño que hizo un trato con él para llevárselo a su casa, en Zacatecas. “Esto es lo mejor para todos” le dijo Pascual a la mamá que berreaba como borrego. El segundo varón lo mató ya con 6 años de edad, pues no pudo hacerlo antes porque el niño fue cuidado por su madre todo el tiempo. Cuando cumplió los 6 años, Pascual le dijo que le enseñaría a nadar. Lo llevo al mar, le mostró como patalear y a bracear. Después de un rato, cuando Romana no veía, le dijo a Roberto que se agarrara fuerte de su cuello, que lo llevaría a lo hondo para que viera los peces; y ya en lo hondo, lo soltó, el niño tuvo miedo y cuando iba a gritar, su papá le dijo “no te preocupes, estoy cerca”, entonces no gritó y mientras se hundía, dejó de respirar. Pascual, después de una hora, fue corriendo con Roberto en brazos a la casa. Éste les dijo a todos que se había ahogado cuando buceaba. Lo enterraron cerca de la casa, así como lo decidió la madre.

Así pasa el tiempo, y nadie compra en la casa de Don Pascual, porque la mala vibra nunca atraerá a los clientes. Y allí, en medio de la nada, suceden todas las cosas que Pascual quiere que sucedan. Tiene hijas para fornicar. Las niñas, que aunque ya son grandes, tienen la ignorancia de niñas, inculcada por su padre. Es un círculo que nunca cerrará, al menos hasta que Pascual muera.

5 comentarios:

Laura Trujillo dijo...

¡Horror! Solo me queda una pregunta: ¿es verdad todo esto?
No lo puedo creer. Un saludo mi querido Wilt.

Anónimo dijo...

=O h!
¿Es mentira verdad?

Surramper dijo...

excelente historia, algo escalofriante, pero muy buena

wilberth herrera dijo...

un saludo a todos. Mentira y verdad. Algunas cosas son de mi cosecha, pero otras son verdad.
Muchas gracias surramper, espero que sigas por aquí.

Rodrigo Solís dijo...

Genial historia Wil. Mételo al concurso de cuento infantil para que aterrorices a todos los niños.