Hoy les tenemos una palabra que, en lo particular, utilicé de sobremanera cuando era puberto y de pies ligeros. La palabra que sacamos del armario es “Vientos”. Esta palabra, para aquellos que no tienen mucha referencia más que la del dios Eolo, pues les digo que es más una expresión y se refiere a un “OK”, por ejemplo, cuando alguien llegaba a una fiesta con una botella Jack Daniels, o un cartón a media borrachera, y decías “traje un cartucho por si acaso” los amigos y beneficiarios contestaban “Vientos”, aprobando como aquel pulgar del gran César.
“Vientos” es una de las tantas expresiones noventeras que aún patalean por mantenerse en actual, sin éxito alguno. Hoy en día, el expresar su aprobación con esta expresión no deja de sonar anticuado y hasta soez. Por el amor de Dios, no saquen del armario esta palabra, dejen que la naturaleza siga su curso y le dé muerte digna.
El domingo, cuando fui a comprar a Aurrera un regulador, a las nueve de la noche, y mientras le daba mi dinero al joven por dicho aparatejo, le dijo a un amigo que tenía a lado “ya tenemos para las chelas” y el otro le contestó “Vientos”. Juro que estuve a punto de reventarle el regulador en la cabeza, y con la bobina de fuera, ahorcarlo mientras sus ojos saltones veían mis zapatos. Pero pensé, que en el momento de la agresión, él mismo seguiría diciendo con la lengua de fuera, “Vientos”. Maldita jugarreta de mi imaginación.
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