martes, 25 de septiembre de 2007

La ridiculez nos llama

Estos ridículos ilustres




“La historia nos convoca a amar a la patria, a ese México al que los campechanos le hemos dado tanto y que hasta ahora, tras una histórica lucha de casi tres décadas y después de intensas gestiones nos responde”. Palabras inmortales de la Regidora Ligia Pacheco Romero.

Cómo no quieren que se les critique, si con declaraciones como esta nos ubica en un rango de mamonería superior al permitido. Las anteriores palabras de aliento se dieron ayer 24 de septiembre, en la entrega de estímulos a campechanos, que se llevó a cabo en la ceremonia cívica correspondiente a septiembre del ayuntamiento de Campeche. Yo me pregunto, si “hemos dado tanto…” y “la lucha histórica…” se ven reflejadas con creces y con resultados como la regidora afirma.

Uno piensa que todo queda de lado, y que como los chistes en donde el mexicano es el mejor, se refleja nuestro “ingenio”; pero pareciera que lo campechanos somos una excepción, así como los Yucatecos creen serlo y como los Regios también lo creen. Pero nuestra excepción es sin que nos demos cuenta.

La ridiculez es innata para todos los humanos, sin embargo, es la nacionalidad la que nos clasifíca en los diferentes estratos de ridiculez. Y dentro de cada nacionalidad, las regiones de dicho país se convierten en otro tipo.

Situémonos en Campeche. Quién dudaría de que las palabras, cuando se hablan con justicia y con la verdad nunca serán ultrajadas por la morbosidad y la ridiculez “Salomón devuelve lo que te robaste de Campeche, donde creaste tu imperio de impunidad” (palabras más, palabras menos) Este lema aparece de vez en cuando en el Tribuna, periódico de Campeche. Y no es que carezca de verdad, sino que son las palabras y la forma en que los publica los que revisten estrambóticamente este lema.

O que me dicen del cambio de nombre de la ciudad a San Francisco de Campeche. Vi en el programa “Puertas abiertas” que una mujer, cuyo nombre no recuerdo(o no quiero acordarme) fue la culpable de dicho acto. Ella, que fue la primer mujer en tener un cargo alto en la política campechana, investigó y proclamó dicho acto. El instituto de la mujer respaldó a dicha fémina y fue estandarte para el “feminismo” campechano, codeando el lema “las mujeres pueden hacer esto y más” me pregunto si es una amenaza o una prueba de deficiencia. Pero lo que me impactó fue que ella dijera “es el regresarle a Campeche lo que merecía, por el bien de la verdad” casi lloro por la declaración que le dio al panza de burro Salvador López Espínola. Y así regresamos a la tradición del medioevo de los nombres de los Santos. Dentro de poco quemaremos a los que son adoradores de Satanás. Que sin ir más lejos dicen que hacen sus plegarias al señor de las tiniebla en la arena Campeche.

O que me dicen de la adoración al cristo negro. Los viejitos creen que es el único cristo negro en el mundo, incluso en el tranvía lo mencionan. Ante las algarabías de los selectos me vi obligado a investigar, y me di cuenta que no era cierto. Al mostrárselos a los viejos que me son cercanos (mis abuelos y uno que otro metiche), pensaron unos segundos y me dijeron, “no será el único pero sí el más popular”, mejor no les aclaré que tampoco era cierto eso, basta buscar fotos del cristo negro de Campeche para ver que no hay más que dos o tres fotos pequeñas, contra los cientos de fotos del cristo negro de las “esquipulas” de Costa Rica. Así que queda fuera la creencia de que seamos la cuna de religiosos antirracistas.

Nuestra ridiculez se marca más gracias a la televisión. Esto se da porque por medio de la cajita idiota, notamos las estupideces de todos. Y es en las noticias y en los espectáculos donde se puede notar dicho acto. Los campechanos, que por mucho tiempo no tuvieron un canal que diera a conocer las peripecias de sus coterraneos, no conocía sus pendejadas; hoy sí los tiene (y cuantos canales) y puede dar cuenta de ellos. Con la incursión de los canales de la ciudad amurallada, y diferenciamos entre los actos imbéciles de los demás con los propios.

Y es que el campechano cumple con el tridente de ridículos del sur: Yucatán, Campeche y ciudad del Carmen (aunque este es un municipio de Campeche, ellos creen ser otro estado, ahí radica su extravagancia).

Creo saber cuándo empezó la dificultad de entendernos entre los del sur y los otros estados de la república mexicana, que deriva en la diferencia de la ridiculez de los demás; y es cuando Cortés llegó a lo que hoy es la península de Yucatán, y le preguntó a un nativo el nombre de este lugar, el nativo le dijo Yuk ak katán y desde eso se llama así, Yucatán, que en maya significa No te entiendo.

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