miércoles, 9 de julio de 2008

Así fue

El mundo sabe que ahora estoy contratado con Pildorita de la felicidad (siempre quise empezar un texto con “El mundo sabe”). Pero lo que muy pocos saben es la forma en que firmé dicho contrato. Aquí, en Los viajes de Wilberth les contaré el cómo fue que me sobornaron para entrar a la alineación del blog rosa.

Todo empezó con una llamada de Rodrigo, a eso de las 10 de la madrugada:

—Bueno—contesté intentando hacer la voz como si tuviera horas levantado.

—¿Te desperté Wil?

—No, como crees, estaba en una junta de inversionistas.

—Ahh—y lanzó una pequeña risa—te hablo para proponerte algo que nos hará millonarios.

—A ver, cuenta—le dije mientras con el hombro sostenía mi celular y con las manos me vestía.

—Pues, mira, es algo que no te puedo contar por teléfono, pero si quieres nos podemos ver en algún lugar. ¿Qué te parece el Vips?

—De ninguna manera, ese café me da diarrea. Además, los panes de ahí han tenido la proeza de ocasionarme la vomitada más fuerte de mi vida.

—Bueno—me dijo— propón un lugar.

—Pues “las puertas” estaría bien.

—Ok. Perfecto, a las 8 en “las puertas”.

—No, a esa hora quedé con unos amigos en el Xbox live, y pues como representamos a México en el Halo 3, no los puedo defraudar.

—¿Bueno, a las 10?—me dijo con cierta inseguridad.

—A las 10. Si quieres—le contesté.

—No, está bien—me dijo y colgamos.

Yo, que me había cambiado, no supe por qué lo había hecho, pues no tenía nada que hacer, así que me acosté y dormí un rato. Soñé que las ennovias de Rodrigo se me acercaban con condones y lubricantes en las manos. Lo que pasó después en el sueño no lo puedo contar, por el bien de mis lectores. Me levanté como a eso de las 12 pm y desde esa hora, me puse a jugar. Como a eso de las 5 de la tarde, interrumpí mi juego para meterme a bañar. Al salir me volví a conectar para dejar el nombre de México muy en alto.

Para no hacer largo el relato, a las 9:40pm me volví a bañar. Salí del baño como a las 10 y llegué a “Las puertas” como a las 10:30 pm. Rodrigo ya estaba esperando impaciente. Después de los cordiales saludos, ordenamos un café y charlamos.

—Bien, que es eso que nos va a hacer ricos—después de unos segundos de salir de mi boca dichas palabras, se convirtieron en un albur que nos hizo reír.

—Bueno, pues lo que te vendo es una idea—me dijo.

—pues dime. Soy todo oídos.

—Pues verás, las entradas de Pildorita están en escasez. Los lectores ya no entran como antes, y pues la verdad necesitamos que vuelva a su cause normal. Ni las contrataciones de Eduardo y Juan, han hecho que Pildorita reviva.

—Pues mira, eso sí está cabrón—le dije— hay que buscar nuevos aires para poder darle la estamina que requiere Pildorita—le di un sorbo a mi café.

—¡Exacto!—me dijo gustoso—eso es lo que estamos buscando.

—Y bien, eso qué tiene que ver con lo de ganar mucho dinero.

—No pues, mira, eso estaría por arreglarse. Pero lo que yo te propongo es que entres de colaborador. ¿Qué te parece?

Tomé mi café con paciencia, y le di unos segundos a la nada, pero que nos brindara su bellísimo silencio.

—De ninguna manera—dije con delicadez.

—¿Por qué? ¿no quisieras entrar?

—Sí, pero creo que no sería conveniente.

—No tendrías que escribir nada nuevo, sólo pones lo que escribes en tu blog y listo.

—Sí, pero, no sé.

—Por favor. Te lo pido como un favor—me dijo, levantándose de su asiento de coca-cola.

Yo, inmutable, pensaba las palabras que le tendría que decir para no hacerlo sentir mal.

—Es que mira, si entro, no me gustaría que moderar mi lenguaje.

—Pero no vas a moderar nada. Tienes plena libertad de lo que digas.

Volví a tomar de mi café y me di cuenta de que me lo había acabado.

—No, creo que no—le dije con cierto desánimo.

—Por favor, te lo pido de favor. Si quieres me hinco. Por todo lo que hemos vivido juntos.

—no te pongas así—le dije levantándome, y noté que éramos observados por todos—no hagas eso, tú sabes que estamos haciendo el ridículo.

—No me importa. Que la gente se entere qué clase de persona eres.

—si te levantas y dejas de llorar, tal vez lleguemos a algo.

Y se paró como si nada, y se sentó.

—Y bien— me dijo con esperanza en los ojos.

—Está bien. Pero quiero que en la sección de “acerca de” aparezca arriba de todos.

—Hecho.

—Y sobre la paga, quisiera ganar más que Juan Manuel, y que él lo sepa.

—Bueno—me dijo volteando la mirada—por el momento, el blog brinda una riqueza que va más allá de lo monetario. En cierto sentido, brinda riqueza por la alegría que nos da las opiniones expresadas de nuestros lectores.

—¿Eso quiere decir que no hay paga?—le dije.

—por el momento no, pero está por verse que cada entrada de lector sea pagada por un peso. En un futuro no muy lejano ocurrirá eso.

—Entonces del dinero ni hablamos.

—¡Si quieres te invito los cafés que te tomaste!

—Hecho.

Y nos quedamos un rato más charlando de las viejas que nos esperarían en Mérida.

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