jueves, 23 de abril de 2009

Tengo Piedras o cáncer





¡Son piedras! Dije cuando no podía orinar. Me había cepillado los dientes, me había lavado las manos y me disponía orinar para acostarme a dormir.


¡Seguro son piedras! Dije. Eran las 3:45 de la mañana del domingo. Mussgo me había dejado en mi casa, después de la fiesta de Eduardo.


¡Me arde el pito! Me dije y temí de la existencia de piedras en mis riñones. Chino me había platicado de sus experiencias, pues él sufre de este mal, y recordé exactamente el momento cuando le pregunté lo que sentía y si le dolía: “Es como si quisieras orinar, y no puedes. Al esforzarte, sientes como si estuvieras haciendo pero no sale nada. Es desesperante. Sí, duele un chingo”


Todos los síntomas estaban ahí, sólo que no me dolía tanto como el Chino me dijo. ¡Son piedras, estoy completamente seguro! Y en ese momento, empecé a orinar. No fue la cantidad de orinada como lo pedía mi vejiga. Sí era considerable. Pero pienso que fue como el 70% del total. El color era un amarillo Zuko de piña, así de espeso. Me alarmé.


Me acosté en mi hamaca dispuesto a dormir, pues tenía que trabajar al medio día, pero mi mente estaba en total libertad de debatir lo que había pasado en el baño. “A lo mejor no son piedras. A lo mejor es algo que comiste o tomaste” Me dije, y repasé lo que había hecho el sábado:


Me levanté a las 11:45 AM para entrar al chat y ver a unas amigas para una cita el domingo (Janet, Nayeli, Karla). Desayuné unas empanadas de queso que mi madre hizo. Ayudé a un amigo a hacer un trabajo. A las 12 me llegó un mensaje de si quería jugar futbol. Era de Román, el novio de Janet. Respondí que sí. A las 5 pm era la cita. Fui. Jugamos futbol. Al primer sprint, sentí devolver el empanizado y el espagueti que mi madre había preparado para el almuerzo. Después de descansar un rato, seguí corriendo y jugando. Esta vez un poco mejor. Aún así, la falta de condición hacía que aventara el bife. Cuando ya había sucumbido la tarde y la noche estaba trepada en la ciudad; y cuando estaba tirado en el piso como un perro, en las gradas, pregunté qué hora era “9 pm” me dijeron, y en ese momento me levanté y pedí de favor que me llevaran a mi casa, pues la fiesta del Eduardo estaba citada para las 9:30 pm. Me llevaron, y en el camino, nos paramos en el Oxxo para comprar aguas. Compré un agua mineral Bonafont Era más por la presentación de la botella que era alargada, con cuello de cisne y de color naranjita. Era agua “finamente” gasificada. Estaba buena.




Llegué a mi casa. Dejé mis cosas. Me quité las zapatillas. Terminé mi agua. Me metí a bañar. Salí del baño. Me vestí. Cargué mi mochila. Me perfumé. Salí de mi casa. Eran las 9:40 pm. Caminé hasta “la Comer”. Me encontré con Eduardo, Norma y Olguita. Me subí al carro. Llegamos al local. Tenía sed. Estaba dando el Ortegazo Bernés...




...pues mi cuerpo aún soltaba su grasita por el juego. Fuimos a comprar las pizzas. Las pedimos. Regresamos. Saludamos a los que habían llegado. Mussgo había llegado cuando estábamos saliendo por las pizzas. Flor perdió su cel. Le marqué a su celular para ver en dónde estaba. Sonaba. Después, como que colgaron. Volví a marcar y ya no entraba la llamada: “Flor, lo dejaste en el taxi”. Se lo chingaron por tercera vez (con celular diferente). Llegaron las pizzas. Nos agandallamos. Le entramos a las botanas. Las estocadas totales que recibió mi cuerpo fueron: Tres pedazos de pizza (Dos hawaianas y una de pepperoni); y un poco de sabritas Chips jalapeño. Me chingué como cuatro vasos de refresco en toda la noche (dos de coca y dos de Fanta). Conversamos entre grupos. Llegó la camarilla Solís. Ya estaban medio zombis. Ya tenían varias mordidas encima. Los shorts y chanclas del Rodro lo delataban: había estado en una piscina. Conversamos entre todos. Saludé a Nando Rubio. Saludé al hermano del Rodro (Coco). Nando me pidió un cigarro. No tenía. Me dieron ganas de fumar. El Mussgo me facilitó unos. Me chingué un agüita mineral. Conversé con Laurita. Conversé con Flor. Rodrigo hizo su escenita de borrachín. Lo grabé. Le tomé fotos. Me sorprendió grabándolo. Ya era tarde. “Esta madre va para pildorita. Para que vean todas las viejas el ridículo que hiciste” le dije. “De ninguna manera. Dame acá lo borro”. Me dijo. Yo me resistí. “no es cierto. Qué madre. Súbelo. Hay la libertad”. Me dijo. Pero 30 minutos después me dijo que no lo subiera. 2 después me dijo que no era cierto. El alcohol ya se divertía con su cabeza.





Eran las 3:00 AM. “Flor, yo me voy en media hora ¿y tú?” “yo también”. Nos sentamos a tomar aire, porque había un calor endemoniado. Mussgo había regresado a la batalla, después de haber llevado a su novia a su casa. Estaba también, tomando aire. Una riña entre Malavé y Rodrigo a lo lejos. “Se van a agarrar a madrazos” me dijo Flor. “Sí” avaló Mussgo. “No, siempre es lo mismo. Están pedos y ahí aprovechan para decirse sus verdades” les dije. Ya me sabía ese Listplay. Rodrigo llegó y nos invitó a Chupis. Yo decliné caballerosamente. Él insistió. Yo decliné porque tenía que trabajar el domingo. Flor aceptó. Nos despedimos. Se fueron. Mussgo me preguntó si me iba. Le dije que sí porque ya era tarde. Entré y me despedí de todos. Le di un fuerte abrazo al Poeta (Eduardo) y le dije que no se iba a ir. Que se iba a quedar. Se rió. Salí. Mussgo me echó el ray a mi casa. Le agradecí. Me despedí. Entré a mi casa. No puede orinar. Y estaba en mi hamaca pensando lo que me hizo mal.


¡No mames, es cáncer de próstata! Tenía 27 años, y aunque mi edad no es apto para esa enfermedad, he oído que sí hay casos de hasta 25 años. ¡Eso era! No podía orinar porque mi próstata estaba inflamada. ¡No mames! ¡Voy a quedar calvo! ¡Voy a morir joven! ¡Voy a morir de dolor!


Puras pendejadas piensas. Es evidente que está divagando tu cerebrito, me dije. Está claro que no tienes cáncer de próstata. Es algo que comiste y te hizo mal. A lo mucho, lo que tendrías es una infección. Pero no cáncer. Además, si te das cuenta, no paraste desde que fuiste a jugar futbol. Estás cansado. Hasta ahorita estás descansando en tu hamaca. Eso también influye.


Algo raro sentía en mi vientre. Me dieron ganas de volver a orinar. Me paré, fui al baño y me costó trabajo expulsar un chorrito. Me ardía el pito. No mucho, pero sí que ardía. ¡No mames! Sí es cáncer.


Me acosté y mi mente empezó a divagar en una realidad alterna al de las 4 de la mañana. Me veía pelón, flaco, moribundo. Con el dolor en el rostro. Me veía con la marca de la muerte en la frente, como si fuera mi sello de caducidad. Me veía solo. Triste. Y haciendo cosas por última vez. “Puras mamadas” me dije, como queriendo sacudir las jaladas de mi cerebro. “Tengo que distraerme para que me duerma. Si no, no me voy a levantar mañana”. Puse Friends, como lo he venido haciendo. Ya estaba por la temporada 5. Me chuté dos episodios. Dentro de esos, el de la primera pelea de Mónica y Chandler, en donde Chandler, para arreglarlo todo, le pide a Mónica que se case con él. Entonces esta le dice tiernamente que no lo debía hacer por eso. Apagué la televisión y la dvd. Me disponía dormir. “Coño, no es cáncer. A lo mucho tengo piedras en el riñón”. Y el eco del Chino diciendo “duele un chingo tu poyo” retumbó en mi cerebelo. Me va a doler. Y, además, me van a tener que meter una sonda por la uretra. Eso sí que ha de doler. Me ericé.


Me dieron ganas de orinar por tercera vez. Me levanté y costó trabajo orinar. Fueron unas gotas. Pero siguió ardiendo. “No, sí que tengo cáncer” me dije cuando volví a la hamaca. El insomnio otra vez. Estuve apunto de levantarme para investigar los síntomas del cáncer por el Internet. Pero me acordé que mi módem estaba en la sala de mi casa. Me quedé en mi hamaca. Tenía que saber sí era cáncer o piedras. Qué puedo hacer. “Es arenilla que impide la orina, o es mi próstata inflamada” tenía que saber. Y en la divagación , hice mi opinión científica. Pensé, seguramente, los cálculos renales impiden la orina, el cáncer de próstata, además, impide la eyaculación. No sabía si estaba en lo correcto, pero en ese momento me parecía una opinión muy sustentada. Avalada por los mejores científicos y el Dr. House. Estaba claro, si no podía eyacular, era cáncer de próstata seguro, si eyaculaba eran solo piedras.


Entonces mi respuesta estaba a la alcance de mi mano,, y me dispuse a averiguar lo que le pasaba am i salud. Era un caso de vida o muerte. No podía vivir esa noche si no sabía qué le pasaba a mi pito. Entonces me dispuse a una chaqueta. Por primera vez era con un fin propedéutico. Pensé en poner un video porno para ayudarme de ello, pero no había tiempo para tanta ceremonia. Eran las 4:40 Am y necesitaba una respuesta pronto. Entonces se lo dejé a mi mente y a los recuerdos. Ya estaba listo. Empecé a imaginar cosas que no detallaré, ya que puede ofender a algunas mentes y personas. La imaginación puede herir de muerte. Entonces vi que daba resultado pero no el de siempre. Entonces lancé la caballería, algunos recuerdos de sueños eróticos. La cosa iba mejor. Fue el momento para lanzar la artillería pesada: los recuerdos. Waterloo era nuestro. Pero cuando iba a llegar al momento cumbre, no más no pude. No puede. Era la primera vez que me ocurría eso. Metafóricamente lo puedo describir como cuando metes la llave a tu carro, le das un arrancón, y enciende, pero de repente empieza como que a atragantarse el motor para después apagarse. Encendía y encendía el motor, y cunado quitaba el freno de mano, se apagaba. ¡No mames! Me dije. Entonces volví a hacer la misma operación un par de veces y tenía el mismo resultado. ¡no mames, es cáncer!. Entonces forcé el motor. Me valía que se rompiera la caja de velocidades y el arranque. Los falsazos entre recuerdos, imaginación y sueños pasaban más rápido en mi cabeza hasta que por fin solté la respuesta. Waterloo había sido conquistada por otro, pero Napoleón había ganado en esta ocasión. Eso era suficiente para mí. Sonreí. Y me dormí.


Si mi día había sido viciado por las primeras horas del domingo (un debate el decir cuándo terminó mi día y cuando en realidad acabó el sábado), era de esperarse que mi sueño también estaba contaminado ¡Y así fue!

Soñé que estaba entubado y pelón, en el hospital “Manuel Campos” que se encuentra ubicado cerca de mi casa.


Me veía moribundo en una cama de dicho hospital. Estaba rodeado de mis amigos, Eduardo, Tino, Rodrigo y Juan Manuel; este último, con lágrimas en los ojos me recriminaba “No puedes morirte”, me lo decía con dolor en la voz. Los demás estaban con rostro desencajado. Ya estaba puesto que iba a morir en poco tiempo. “Voy a juntar tus escritos y voy a publicar un libro tuyo”, me dijo JM, y yo le dije “Quema todo lo que haya escrito” he de declarar que era más por un acto de ego, “Como Kafka” le dije y todos simularon una sonrisa. “Nos vemos, te dejamos para que descanses” me dijeron y se fueron. Yo sentía que no podía quedarme así. Después entró Flor. Me saludó y no recuerdo qué platicamos. Eran mis últimos respiros. Tal vez un mes era demasiado. “Cásate conmigo. No me quiero morir sin antes haberme casado. Pensé en ti porque eres una de mis mejores amigas, y sé que me entenderás” La verdad estaba amordazada por estas palabras que salían de ese yo alterno. La verdad es que quería más la luna de miel que el hecho de estar casado. Era una petición maleada. Era un chantaje monstruoso. “Está bien” me dijo para mi sorpresa. Yo sonreí de contento. Ella sonrió con ese bello gesto que desbarata, al verme feliz quizá después de tanto tiempo de verme sufriendo (no sé cuanto tiempo estuve moribundo, el sueño no me dio para saber eso). “Ya está.”dije. Preparé mis expresiones faciales para mostrarle un gesto de agradecimiento eterno, me costó trabajo porque estaba contento de que iba a ser presa de las artes amatorias de Flor. “Muchas gracias. Te estaré agradecido el resto de mi vida y el resto de la otra” le dije, tomé su mano y la besé. “gracias” dije en susurro, como demostrando que no importando estar moribundo, tenía un aliento de agradecimiento. Me vio con ojos tiernos y sentí calor en mi cuerpo. “Me tengo que ir. Prepararé todo. Cuando regrese vemos los tiempos ¿ok?” me dijo y yo asentí.


Salió. Detrás de ella, entró Laura Baeza. Amagué un rostro moribundo, el mejor de mi repertorio. “tengo algo que pedirte, Laurita, ven, acercate” y le pedí lo mismo que a Flor. Y después vino Janet, Nallely, Karla, Lilybet, Gaby, etc. Y le pedí lo mismo. Me desperté, y después de haber dejado el Limbo, me dije “soy un monstruo”. Pero era un sueño. Era evidente que la fiesta, la charla con Flor, con Laura, con Gaby, aunado al episodio de “Friends”, el pensar que tenía Cáncer de próstata, y los recuerdos e imágenes eróticas, habían hecho una mezcla atroz, dando como resultado ese sueño tan peculiar.


Me acordé del “Cáncer o Piedras”, me fui al baño a orinar y lo hice sin mayores problemas. Sólo había ardor. Pero nada más. “fue algo que tomé o comí”, me dije. Se había esclarecido el problema, ya en la tarde, cuando se había disipado el ardor.



Pronto, lo que pasó en la fiesta de Eduardo...


1 comentario:

Eduardo Huchin dijo...

De parte de Juanito que ya subas al zorro el video de "ya sabes quién".