jueves, 2 de abril de 2009

Radiohead: La última parada.


2

Esta última parte es la última vomitada sobre el viaje. Una disculpa para aquellos que están hasta la madre de estas bíblicas partes, y más aún, a aquellos con que me tardé en darles mi versión. Sé que ya pasó el tiempo, pero la memoria y los recuerdos no perdonan. Se añejan. Que el Scholl sea el verdugo de esta gran aventura.


Se lo dedico a todos aquellos que me acompañaron en esta travesía. A todos esos amigos que fueron por su cuenta, pero que la amistad convirtió este viaje en algo superior. Radiohead fue el pretexto perfecto para “vivir” por tres días.


Dedicado a Flor, Eduardo, Fernando Manzanilla, Fernando Cab, Gaby, Diego, mi hermano Erick, Laura y a Mussgo que nos hizo el viaje más divertido que hayamos podido tener.


*Los videos son cortesía de Diego. Así que cuando escuchen que alguien canta, no crean que soy yo.


Inmerse, your soul in love…



Tanta espera, tantos años de estar deseando este momento y me tocó lejos. Yo los quería cerca, lo más cerca posible. Quería que estuvieran tan cerca como lo estuvieron en aquellos tiempos, en que su música me acompañó en esos momentos tan difíciles en donde las cosas se distorsionaron. Porque cuando uno va a un concierto de su grupo favorito no va solo, sino que lleva una maleta enorme, llena de fotografías, de videotapes para compartirlo con los artistas. Y uno va para comunicárselos, para gritárselos, como si fuera el himno de tu vida. Esa es la mejor forma de agradecérselo. Porque ese es el momento en donde la música deja su carácter de esparcimiento y de cultura para alojarse en el cuerpo, allí, allí, tan cerca del estómago, tan cerca del diafragma, tan cerca de los pulmones, tan cerca del corazón.



Tanto tiempo esperado, anhelando que esa Inglaterra, que ese Oxford se nos hiciera tan cercano y, paradójicamente, con mi boleto VIP, me tocaba lejos. Estaba lo más cerca que los he tenido, pero no los podía ver. Llegué a sentir que aunque supiera que están ahí, no significaba que estuvieran ahí. Eso me molesto mucho. Estaba lejos, y no verlos me hacía pensar que era como si escuchara un disco en un estadio grande. Podría escucharlos pero era lo mismo que en los cientos de archivos bajados en vivo. Quería verlos. Era como si al conseguir verlos pudiera tocarlos con la mirada, y ellos, al sentir esa mano invisible, supieran que un extraño, un turista los estaba tocando, y yo, sabiéndome ese turista, estaría satisfecho. Estaba molesto.





Pero pensé, “no seas tonto. A veces te molestas tanto que te quemas. Es un concierto de Radiohead. Deja a un lado esa molestia y sumérgete en lo que será, uno de los momentos más grandes de tu vida” pero por más que me esforzaba, no podía quitarme esa molestia. Necesitaba estar allá abajo para poder vivirlo completo. Me sentía como aquel hambriento que se tiene que conformar con la galleta que le dio un niño. ¡Por dios, qué me pasa! Está viniendo la decepción. Eso es lo que pasaba. Me sentía como un bicho aplastado en el piso. Qué podía hacer.



“¿Y estos son los VIP?” me dijo Fernando, y no pude aguantar mi mueca de decepción. Qué me pasa. Por un momento me sentí sin vida. Por un minuto me sentí desaparecer. Porqué estoy así. Tan severo fui que Kraftwerk me importó un carajo. Aunque posaba mis ojos en ese escenario, mi mente estaba llena de humo. Tenía qué hacer algo. No podía quedarme sin poder hacer nada. Mi cuerpo, todo yo pedía a gritos estar ahí abajo. Podía vender mi boleto, y después pagar a un revendedor por esa área. Pero no tenía dinero. Podría estafarlo, darle mi celular, el resto de mi dinero, mis zapatos, mi ropa si fuera posible para poder conseguir ese lugar. Pero era improbable que aceptara. Ví la altura entre las gradas donde esta y el piso. ¡Eureka! Me podía bajar poco a poco y llegar abajo. Pero aún tenía que sortear una valla protegida por guardias, y cuando me vieran los otros que compraron en esa área, me delatarían o hasta me detendrían a golpes. Entonces tendría que bajar cuando las luces se apagaran, amagar la seguridad de mi misma área, dejarme caer, pasar por las vallas, mientras todos están extasiados de recibir a Radiohead, y llegar hasta aquel lugar. ¡Por dios, Wil, te irás al infierno por lo que tu sucia mente está pensando! Me dije, y pues caía en cuenta el riesgo que estaba corriendo, pues si alguien me viera, si alguien se dignaba a delatarme, no sólo me perdería de ver a Radiohead, sino hasta de escucharlo. Así que no insistí.



“No quisieras estar ahí—señalando su amigo de Fernando, el área abajo del escenario, el mismo que nos consiguió la zona VIP,—ayer estuve formado desde las 2 de la tarde y era una empujadera terrible. Era un infierno. Es mejor estar aquí, con tus chelitas a toda madre, sin empujones, sin apachurramientos. Te juro que me iba a desmayar” ajá, pensé, pero te apuesto que no olvidarás ese momento, puesto que ya lo viviste. Lo recordarás toda tu vida. En cambio yo, no tengo la opción de escoger. Daría un brazo por estar ahí, por estar en el “apachurramiento”. Te apuesto lo que quieras a que cuando salió Radiohead se te olvidó que te dolían los pies, o que te pisoteaban. No me vengas con eso, no seas condescendiente. Pero después me retracté en mi mente. En qué clase de persona me estaba convirtiendo. Jamás sería así. Me disculpé mentalmente. Y alejé im rostro hacia el escenario.



Pinche concierto, está de la verga. “¿Acompáñame a comprar algo de comer?”le dije a Fernando, y este aceptó. Tenía hambre, no había almorzado. Necesitaba algo de energía para quemar. O algo de basura para matarme poco apoco. Compré una hamburguesa insípida con queso tipo americano. “¡Me lleva la verga!” Me acordé de mi post que ha quedado en stand by, ya que no existe el queso Deysi en el D.F. Esta del carajo esa hamburguesa. “Están tocando The Robots” dijo Fernando, “ya van a terminar”. “Qué bueno” repuse. Y regresamos a nuestros asientos espaciales. Creo que nos movieron los lugares porque se veían más lejos. ¡Puta madre! Pensé mientras me llevaba la hamburguesa más horrible que he comido a mi boca.




“Necesito unos binoculares” le dije a Fernando. Por lo menos ver a Thom Yorke de alguna manera. Un señor me dijo que ya no había. No dije nada. Pero más tarde, regresó el mismo señor con más. “El cielo te ha mandado para mí” le dije entre dientes. “¿Cuánto costará?” le pregunté a Fernando y me dijo “35 pesos” y me señaló la espalda del señor donde decía los precios 35 pesos Binoculares / 20 lámparas. Lo llamé “¡Ey, maitro, ey! Cuánto los binoculares” le pregunté como un acto de decirle que quería unos, “45 me dijo”. “Pero si dice 35” le dije despacio a Fernando y le pedí cambio, pues yo tenía billete grande. Me lo dio. Lo pagué. Agradecí. Me los puse. No se veía mucho. Eran inservibles. Se veían como 30% más de los que lo podía ver desde mi lugar. ¡Verga!¿y si salto?



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I jumped into the river, Black-eyed angels swam with me…





Contingente "Campeche Iron Lung"




Habíamos salido del metro. El cielo estaba nublado. Caían gotas. Había aire. Estaba completamente nublado. Parecía que llovería. Siempre nublado. No llovería. Nublado. Como si quisiera llover pero el cielo sufría de incontinencia. El D.F. ya se había convertido en un estado británico.



Llegamos a la puerta después de preguntar y preguntar. Un mar de gente se dirigía a sus asientos. Era la primera vez que veía tanto fan de Radiohead. La mayoría eran jóvenes de 27 años. Mismos años que los míos. Era toda una generación que iba a ver a la mejor banda que camina sobre las aguas de este planeta. Jóvenes en el momento de su vida iban a ver a la banda que está en el momento de su carrera. Dejé que los demás se fueran a sus filas, yo me iba a otro flanco con Fernando.



Llegamos, el VIP no era lo que debiera de ser. México volvió de golpe. Estábamos lejos, muy lejos. Estaba molesto, muy molesto. Tanta espera, tantos años de estar deseando este momento y me tocó lejos.



Me sorprendió lo lleno que se veía el Foro Sol. Me sorprendió ver señores de la tercera edad buscando un lugar para apreciar el concierto. No iban acompañados por sus nietos o por otro joven que dejara ver que lo llevaban, iban porque querían.






Parecía llover, ahora sí parecía llover. Anhelé que tocaran High and Dry si esto sucedía.



Pero sólo era lluvia británica. Unas gotas para calmar lo sobrecalentado de mi cabeza. ¡Lluvia cae, vamos cae sobre mí! Dije dentro de mí. Era lluvia, era lluvia británica.



Nos pareció ver volar bolsas. La gente estaba en silencio, lo más silencioso que puede estar una multitud. Sólo las canciones de Reggea rompían mi sufrimiento. Y esas gotas que amenazaban. Compramos impermeables, compramos esos impermeables hechos de bolsa azul. Para la lluvia. 40 pesos para evitar la lluvia. La lluvia británica. No lo utilizamos, porque nunca cayó el chubasco, porque en la isla no se conocen como lluvias las que arrasan con la gente y las hace resguardarse. Es una lluvia noble que ha bañado en generaciones a guerreros, a hombres de estirpe libre, a hombres leales al arte y a su humor. Lluvia británica, lluvia noble para hombres nobles.



Kraftwek acabó mientras estaba comprando una hamburguesa que desconozco, y que aborrezco. No podía ser peor. Aquí viene, lo puedo sentir desde las colinas explotar, viene una noche desastrosa. Nos sentamos. Me tragué mi hamburguesa y compré unos binoculares. ¿Papas? No volvieron, para qué chingados. ¿Mi alrededor? A mi izquierda Fernando, fiel escudero el día de hoy, a mi derecha, una damita de muy buen ver con su novio; atrás, un barandal (hasta el límite, estaba hasta el límite) y debajo de mis pies, un par de hombres representantes de la raza de bronce. Temí que el concierto fuera sólo un pretexto para fumar mariguana. De cierta manera lo fue, pero no hay respeto qué defender. Todo se vale. Yo tenía la música y eso me hace adicto. Sólo quiero saber qué setlist van a tocar. El día anterior, cada uno había hecho su pedido. Por mi parte, yo pedía algunas sugerencias algo difíciles de complacer: The Bends, Talk show host y Polyethylene part 1 y 2. Ya me había resignado a sólo decir de memoria el setlist. Se apagó el reggae, todos callaron. Un murmullo, un grito, un chiflido sirvieron para encender la mecha. Había llegado la hora. Se apagaron las luces. Todos nos paramos. Empezaron los sonidos típicos de inicio de los concierto de Radiohead. Aquellos que había visto desde hace años por Internet. En el 97 fue el fiftier, happier…, en el 2000 Three fingers, en el 2001 pulk/pull revolving Doors o hunting bears, en el 2002 fue The gloaming, y esta vez era irreconocible para mí, no la podía identificar, era nueva para mí, era único para mí. Ahí caí en cuenta de que era mucha emoción que tenía albergada, que sólo necesitaba apagar las luces para poder dejar salir ese caudal.








Me paré, grité, intenté grabar pero me fue imposible. No me importó. Ahora no me importaba. “15 steps” nos pegó en la frente, no sólo a mí, sino a más de 55 mil almas. Un grito muy diferente a los otros conciertos en los que he estado. Era un grito más noble, más sosegado, más contenido. Qué podía decir. Era difícil encontrar peros a la presentación. Ya lo dijo un sabio viejo irreconocible para todos, una banda está en el disco y otra está en vivo. Y para lograr aplacar las miles de almas contenidas se necesitan verdaderos pantalones, un talento inconmensurable. El talento de un grande.



Un front man necesita de recursos para prender a miles. Un arcángel, con tan sólo levantar un dedo acaba con miles de sombras del infierno. Thom Yorke, con tan sólo presentar su canción en estado puro aplacó al monstruo de 55 mil cabezas, y dentro de esas, estaba una muy colérica, la mía. Y lo logró.



“There There” entró gigante entre nuestros oídos. Mi sueño más grande, es oír There there en vivo. Después de eso podré vivir tranquilo. “National Anthem” vino después de una magistral ejecución de efectos sonoros.



“All i need” —Verás, bajé el nuevo disco de Radiohead y está genial! No supe cuando salió. —¿En serio? —Sí. Creo que es un gran disco, amor. Las letras siguen siendo geniales. Lo venía escuchando en el camión y hay una que dice: I am all the days/ that you choose to ignore.Chido ¿no?—Qué bueno que te gustó. Si tú estás contento yo lo estoy (un beso de fugaz, un beso sabor paleta y pirulíes).



“Kid a” vino a romper todo lo esperado, aquí empezaron a perfilar su concierto, para que sea nuestro. —Fernando, esta es Kid a, tiene una letrota, escúchala. Hay una referencia al Flautista de Hamelin “The rats and children follow me out of town/ The rats and children follow me out of their homes/Come on Kids” excelente contra parte entre la tecnología y la inocencia.


Karma Police” una de las canciones más coreadas de la noche. Fue una explosión de júbilo. Todo el mundo apuntaba a la banda cantando This is what you get… —¿Conoces Radiohead? —Sí. Ellos sacaron el año pasado, el que muchos dicen, es el mejor disco de la segunda mitad del siglo XX, wil. —Ah, no pues yo sólo tengo el The bends, y he escuchado Paranoid androide y Karma Police. —Oh, karma police es una de las mejores canciones que he escuchado. —Voy a comprarlo. —Yo también.



http://www.youtube.com/watch?v=sY_Jtb_BiAQ



Este es el hotel donde nos hospedamos.



“Nude”—¡A la verga!¿cuál es esa canción. —no sé, está chingona. — Tengo que ver el final del documental.. Creo que se llama..¡sí!, es Big Ideas. Lo bajaré en el I mesh… Uno de mis errores y dolores más grandes han sido curados con pedialite y esta gran canción, ¿quieres escucharla? No aparece en ningún disco, es un lado-b, pero creo que refleja el momento que estoy viviendo… ¡Es genial! Ya lo bajé, y otra que escuché mientras venía en el camión a buscarte fue Nude, que es una canción que siempre han significado mucho para mí, y ahora está en un disco. (Otro día, la misma mujer pero en otro lugar: El malecón) —¿Te gustó este día? —Sí, mucho. — Fue inesperado ¿verdad? —Totalmente, wil. Me encantaría estar así, con este airecito. —¿Tienes frío? —No. Estoy bien, con que me abraces me basta. —Sabes, te quiero enseñar esta canción, quiero que la escuches y me digas qué te parece…—Es muy linda. Me gustó la música. Es algo deprimente pero con una fuerza muy sincera. —Te amo (el mismo beso con paletas, pero ahora con Frappé juvenil). (antes del concierto, ahora en este año)Voy a llorar si cantan Nude— Ummm, pinche puto.— Es que esa canción es muy significativa para mí. Es como un colage de sentimientos comprimidos, zippados en un par de versos. Es muy linda, es algo deprimente pero con una fuerza muy sincera… (se desvaneció mi rostro poco a poco).



“Weird fiches/ Airpeggi” una de las mejores canciones jamás hechas. La envidia de cualquier grande. “The Gloaming” de las menos coreadas. Con un arreglo muy diferente. Una canción con cierta extrañeza. “Talk show host” Cuánto daría porque tocaran “Talk show host” y… ¡Me hicieron caso!...En mi cuarto, a las 8 pm, con las luces apagadas, gritando con la almohada en la cara…Es una letra muy fuerte. De las más bellas que se han escrito… You want me, well, come on and break the door down/ You want me, fucking come on and break the door down I'm ready!!—¡Estoy listo, carajo! Debo estar listo, no puedo seguir así. No es justo para mí. No es justo… Una sonrisa lo complica todo. (Una maldita sonrisa te hace seguir flotando por la superficie, para los pájaros. Alimento para los pájaros. ¡Tengo qué explotar! ¿pero cómo?).



VIDEO



Cuando fue tiempo de “You and whose army?”, todo cambió de nueva cuenta, er aun concierto diferente, único. Un gordito a mi derecha dijo en voz alta —Este concierto es para verdaderos conocedores, para verdaderos fans. Yo estuve en desacuerdo con él. Yo lo vi más como un setlist para mostrar aquellas canciones que los hicieron “La gran Banda que son”, estos setlist lo hicieron como si quisieran recuperar el tiempo perdido, pues no habían pisado tierras latinas, con un proyecto decente (así lo dijeron en muchas entrevistas en años pasados), pero después, cuando llegó “Dollars and cents”, aquel conocedor le preguntó a uno de sus amigos ¿cuál es esta canción? Y el otro le contestó con un ademán de “ni idea”. Igual la bailó.




“Jigsaw falling into place”—Con JFIP voy a bailar. —¿Tú, bailar? —Sí, hasta yo no lo puedo creer, pero me conozco. Cuando empezaron los acordes de inicio, se vivió un momento de éxtasis. Podía sentir a Eduardo y a Gaby bailando a cientos de metros de mí, ocultos entre tanta gente. Podía sentir a Laurita, a Diego, a Mussgo y a mi hermano gritar la canción. La pareja de mi derecha se levantó y empezó a corear la canción. Habían regresado después de un altercado en la canción “Weird fishes…”, sellaron ese pacto de amnistía con un beso mientras iniciaba la canción, antes de que empezara las estrofas, y después de verse a los ojos posterior al beso, bailaron y corearon la canción. Minutos después hubo otro altercado, al parecer, la señorita se molestó porque su novio quería una cerveza y no aguantó la tentación. Se volvieron a reconciliar con “Bodysnatchers”. Esto se repitió un par de veces más. “Ese es el verdadero poder de Radiohead” le dije a Fernando.




http://www.youtube.com/watch?v=ZRgtukBatzo



“Idioteque” llegó para estirar nuestras neuronas. Fue un monto de locura pura. Todos nos agitamos como peces salidos del mar. —¡Brinquemos!. Le dije a Fernando y lo hicimos, pero como las gradas no tienen espacio amplio para brincar como locos, al abrir los ojos vi que estaba en el filo de donde pisaba. Estuve a punto de romperme toda la madre y llevarme a un infeliz que estaba disfrutando el concierto sentado mientras fumaba un churro de mariguana. —Mejor no. Dije y me quedé parado moviendo la cabeza para todos lados.




—A mí si me fascinaría que tocaran una que esta mas cabrona, “Climbing up the Walls”.—Sí está cabrón tu caso, Fernando. Climbing up the Walls”—¡A mí también me escucharon! ¡Qué chingón!




“How to dissapear completly…”—A veces no se que puedo hacer. Tú no cedes. Yo no quiero estar así. Vamos a entrar a carrera y todavía no sé que voy a hacer. Tienes novio y yo no sé que es lo que soy. —Eres alguien muy especial para mí. —¡Pero ya no quiero ser especial! Si no quieres estar ya con tu novio, ¿por qué no lo cortas?. —Porque no se puede, es muy difícil. Sufriría mucho. —¿Quién tú o él?—Los dos. Y tú no me tolerarías.— Gina, mira, no aguanto ver cómo te vas con él, después de que nos despedimos de beso en la boca. Es un acto terrorífico. ¿Cómo puedes hacer eso?—¿Me estás diciendo monstruo? —No(fui un cobarde, oculté la verdad y lo esquivé con malicia)…Te amo. Lloró, yo no pude. Sentí que no podía llorar enfrente de ella. Ahora veo qué tan acartonado y distorsionado sueno… I´m not here, this isn´t happenning… no pudo ser mejor… Dios mío, ayúdame, que no haya algo en su vientre. Seré más cuidadoso…¡Oh, no! ¡Sus papás lo saben!¿qué hago? (dudas de niñaco. Veintitantos y la inseguridad de un niño que teme por los monstruos de la responsabilidad. Qué cague de risa. “no quiero estar aquí”. Por lo menos tuvo el valor de enfrentarlo. Cagado de miedo, pero por ética dio la cara).—Es increíble lo que esta canción significa para mí. (pero ya en el concierto, esas palabras le cayeron como una plancha de morgue. Ojos brillosos, cara distorsionada por un canto. Una mejilla, una solitaria lágrima jalaba a otras que se habían unido en línea para buscar libertad en el piso. Quedaron en la camisa.)



http://www.youtube.com/watch?v=D4fHPRjrUAE



“Paranoid Android”, la segunda más coreada. Es una de las canciones más importantes de Radiohead, con esta consolidaron lo que muchos pensaban, hasta tal punto, que se convirtieron en los mejores.




“The Bends” con esta ya era imposible dudar de si me habían escuchado. Esta canción es una de las menos conocidas, pero sí, una de las más queridas por los ingleses y por los fans. Where do we go from here / The words are coming out all weird /Where are you now/ when I need you… lo dicen todo. Puede quedar para cualquier ocasión. Con esta canción, uno se da cuenta de la fuerza que posee esta banda. Cada palabra, cada verso está en el lugar indicado, en el momento exacto de cada acorde, de cada nota. Y eso, es el secreto de la poesía y de su derivado ideal, la música. No hay más señores. Con esta se la pelan. Con este tuvieron que recular y tragarse sus críticas sin fundamentos.




“Creep”, la más ovacionada. —La van a tocar. —No, no creo. Sería un error si la tocasen. —no, nada que ver. —Que sí, Wil. —No, sería un gran gesto. —Además tiene años que no la tocan. No les gusta. —No es cierto, Fer, la tocan constantemente. Y sí, no les agrada la canción, pero aún así, llevan años tocándola. Aguevo que la tocan… Esta idea era de la gran mayoría del concierto. Ahondaba un gran desasosiego de apegarse a la declaración de los integrantes de la banda de Oxford, pero eso era un error, no porque les disgusta, quiere decir que la dejaran de tocar. Es como si alguien se arrepintiera de su pasado y lo negara. La tocan porque saben lo importante que es esa canción dentro de la vida de la banda. Y Latinoamérica no podía quedar exenta de aquella canción que los catapultó a la vista del mundo. Se sentía en el ambiente, justo después de “Reckoner”. No bien había terminando de tocarla, cuando sentí que venía “Creep”—Ahí viene Creep… Le dije a Fernando. Este no me creyó. Ajusté mi celular, me preparé. Di dos saltitos. Busqué en aquella luz artificial de mi celular… —Cuando toquen Creep me mandas un mensaje—Mejor te hablo. —¿En serio?—Sí, coño. Te lo prometo... Hola, queridísima amiga, escucha esto y puse el teléfono al aire…





http://www.youtube.com/watch?v=qMb5t9rb5yY



Salimos por donde entramos. Todos estaban satisfechos. Nunca antes había visto a tanta gente contenta. Ni una sola mueca de disgusto. Miles desfilaban a nuestro lado y ninguna queja. Sin duda, era uno de los mejores conciertos que se han dado en México. Y después, que mejor que dejarse devorar por aquellos piratas que esperaban hambrientos de carne ensoñada.



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Letters always get burned…




—viste el concierto.


—Sí, estuvo genial. Me quedé con la boca abierta. Estoy extasiado. Sólo que a la mitad se desmayó Mussgo.


—¿En serio?


—Sí, tuve que sacarlo. Ya estábamos cerca del escenario cuando se desmayó en Jigsaw falling into place. Pero no se lo digas, él te lo va a decir….


—¿Qué pasó, Mussgo? Cómo viste el concierto.


—Chingón. Una verga de concierto. Pero no me lo vas a creer. Me desmayé, guey.


—¡No! ¿en serio?


—Sí, cabrón. Tu hermano me sacó.


—¿pero qué pasó?


—no sé, estaba brincando, gritando, cuando me sentí mareado, vi que me detuve, pero después, sólo recuerdo que me llevaban a fuera.


—Te lo dije. No chupes antes del concierto. Te va hacer mal. Pero eres terco.


—No cabrón, fue el amontonamiento y la altura.


—Pues sí, pero como nos desvelamos, venimos de viaje, no almorzamos, tú fumas un chingo, tomas tres chelas, brincas, gritas, ¿cómo no quieres desmayarte?


—Sí, cabrón, caí como un venadito. ¿Y sabes qué es lo que más me encabrona? Que yo veía cómo los de seguridad se llevaban a las viejas que se desmayaban. Hasta las manoseaban. Y a mí, nadie me cargó.


—¿Te cargó Erick?—dijo Diego.


—Sí.


—Yo que tú lo dejaba en el piso y saltaba sobre él—dijo de nuevo Diego.


—No mames. Ya en el piso—dijo Mussgo— recuerdo haber tocado mi costado y sentí algo líquido y dije: ¡No mames, Ya me picaron! y me desmayé. Creo que era catsup de una hamburguesa.


Todos reímos. Qué más quedaba. Era un viaje que jamás íbamos a olvidar.



Regresamos al aeropuerto para abordar el avión que nos había traído. No sin antes despedirnos de esa comida, la mejor comida del D.F., aquella de los puestecitos…



Cómo comer un taco sin que la clase desapareca...



Un taco tiene que ser acompañado por un Boing de uva. Inperdible pareja.





Ya estaba entrando al avión Tenía mi sudadera de Radiohead. Una bella azafata acomodaba a los pasajeros en sus lugares. Estaba llegando a mi lugar. Éramos pocos los que habíamos entrado.

—Disculpe ¿fue al concierto de Radiohead?

Y yo, con el buen decir que me caracteriza, dije con más ánimo y orgullo:

—Aguevo.

Ella sonrió ante mi expresión. Ese insulto sutil había derretido todo hielo de pena y consiguió que aquella bella mujer me regalara aquella hermosa risa aperlada.

—Yo quería ir, pero no pude. Estaba trabajando y sólo pude leerlo en el periódico. ¿Lo disfrutaste mucho?

—Sí—dije con alegría, pues de ese “fue” al “Disfrutaste” hay un camino muy largo. A muchos les lleva más tiempo terminar la intimidante pena. A mi me bastó dos palabras—fue el mejor concierto de mi vida—repuse.

—Me alegro mucho—era raro, pero entre fans, es posible alegrarse por otro fan. Y me regaló otra sonrisa.

Me senté y ella tomó su lugar.

Cada que pasaba por mi asiento era un saludo, un guiño, una sonrisa. Yo me sentí contento de tener esa interacción con alguien que entendía que la vida podía llevarse con calma y con oportunidades innumerables. Al final, no somos más que accidentes apunto de suceder.

—¿De donde son?—Me preguntó, ya una altura considerable.

—De Campeche.

—¿Y a cuánto está de Mérida?

—A dos horas, en camión.




Era imposible no hablar en el avión. Todos estábamos excitados, con las pilas recargadas. Éramos la pimienta del vuelo. A menos eso queríamos creer. Nadie podía dejarnos pasar por alto.

—¿Desea algo de tomar?—le dijo la azafata a mi hermano.

—Sí, un jugo de naranja.

Se lo sirvió.

—Usted, ¿desea algo de tomar?—le dijo a Diego.

—Un vodka con jugo—contestó y se lo sirvieron.

—¿Quieres algo de tomar?—me preguntó con una sonrisa.

—Sí, ¿tienes jugo de manzana?—le contesté con suavidad.

—Sí.—me devolvió el feelin.—¿quieres hielo?

—Sí, por favor. —Le contesté con una cara de estúpido.


—Yo también quiero hielo—interrumpió Diego, y la azafata interrumpió su risa para servirle a mi compañero.


Llegamos a Mérida. Todos bajaron. Yo tardé porque mi bolsa era un desastre. Todos salieron y yo me quedé sólo. Nunca he sido bueno para mentir o fingir. Sí, fui de último para despedirme de aquella bella azafata.


Salí de mi lugar. Me sonrió. Le sonreí. Tomé la bandita que 3 minutos antes había tenido en mi muñeca, y que una noche anterior había comprado en el concierto. Me acerqué a ella y le dije…


—Toma. Te lo regalo porque no pudiste ir al concierto.


Me dio pena verla a los ojos, pero vi que había cambiado su risa en un gesto de sorpresa. Me di la vuelta y me dirigí a la puerta de salida.


—Gracias—escuché decir. Levanté la pala de mi mano dándole la espalda, para tener esa postal casi de película, cuando…—¿Pero, me lo puedes poner?—Y quedé frío por una millonésima de segundo. Empecé a temblar.


Me volteé. Me dirigí a ella. La vi y pude notar que estaba sonriendo. Me dio la pulsera y medio extendió su brazo derecho para que se lo amarrase ahí. Torpemente le empecé a poner la bandita, sin tocar su brazo.


—Mejor en esta—me dijo y me dio la izquierda. Recordé aquella expresión de amigos míos “¿Eres zurdo, wil?”Uno siempre busca misticismo en donde no lo hay.


—Es nueva, sólo la usé después del concierto.


—no importa. Sólo me interesa que es de usted—y levanté la vista para verla a los ojos, como recriminándola por lo de “usted. Ella me hizo un gesto como pidiendo perdón—Nunca olvidaré esto, ni a ti.—Y nunca antes se me había hecho tan difícil amarrar una bandita como aquella vez. Temblaba. Por dios que temblaba. Toqué su brazo, era suave. Temblaba, sí que yo temblaba. Volví a tocar su brazo. Esta vez era ella.


Terminé. No me quedaban más pretextos para estar ahí.


—Muchas gracias—me dijo.


—No, de nada. Fue un gusto enorme—y nos quedamos sin decir más.


Y me dirigí a la puerta. “Hasta luego” me dijo y yo volteé y tomé sus palabras para hacerlas mías “hasta luego”. Y me fui. Sin saber cómo se llamaba, sin que ella supiera cómo me llamaba. Sin saber de dónde era, y si nos volveríamos a ver.



Un amigo me recriminó del porqué no le pedí el mail o el teléfono, que era seguro que me lo daría. Mi respuesta fue automática: “porque preferí ser parte de un cuento, que de una realidad”. Cuanta razón se puede desprender de la inconciencia. Es lo mejor que he dicho en mi vida.





Libro de Thom Yorke.




Última foto en el D.F.


Los churros de el Moro son inperdibles.

Nuestra bella edecán dándonos envidia.



Bellas Artes, centro de reunión de los emos. So sad.

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