lunes, 17 de diciembre de 2007

Limosneros al ataque.




Ayer, mientras trabajaba a full en la pastelería. Una voz de “Buenass” hizo que dejara la espátula y la chantilly; y fuera a la caja para ver que se le ofrecía al dueño de tan singular voz. Era un señor moreno campechano, vestido de blanco cual doctor de quinta, pero de quinta rancho; y con un frasco de mayonesa Hellmans vacío. “Buenas, mire le vengo a pedirle una ayuda, pues una tragedia me alcanzó. Yo no soy de aquí, soy de Veracruz, y mi esposa está internada en el seguro en Campeche, pues está enferma. Y como somos muy pobres no tenemos con qué pagar las medicinas que me pide el seguro. Además yo pesqué un herpes en la garganta, mire” y me enseñó su cuello, eso se alarmó, porque él no sabía que la garganta está dentro de su cuello y no fuera. Pero siguió su terrible relato sin que me dejara decirle que estaba bien para mí y que le daría la limosna que tanto quería, pero como el camión de la película “Máxima velocidad”, no podía poner freno a su letanía porque estallaría con inocentes abordo “y el medicamento es muy caro, salen como tres mil pesos, sólo tengo 1500, además que necesito dinero para regresarnos a Veracruz” y sus ojos me decían como “échate este trompo a la uña, que te pareció mi historia”, me dijo “quería saber si me podría ayudar con lo que su corazón decida”. Yo abrí la caja y deposité cinco pesos en el bote de mayonesa que se veía nutrido. “Muchas gracias y que Dios lo bendiga” y se marchó de la pastelería con una sonrisa. Yo sabía que todo eso era una mentira, pero lo que me hizo darle ese dinero fueron dos cosas: 1) el dinero no era mío y 2) la forma tan elocuente con que abordó su mentira, era un digno actor de las calles.

Me puse a pensar, en estos tiempos, los limosneros de ahora abordan mentiras más explícitas, convirtiéndolos en actores de primer nivel. Aquí en Campeche hay uno que se sube a los camiones y canta canciones de alabanza a Dios, perdón, gangosea canciones de alabanza. Y como no se le entiende lo que canta por el problema que tiene al hablar, parecen más unos berridos inhumanos que erizan la piel: “Je jamor je jios ejg maragijojo, jande ej ej ajjgor je jioooooss”; y remata pidiendo una ayuda. Y cuando ya termina de recoger una voz masculina y perfecta sale de su pecho para decir “Bajan”.

En unos años veremos todo un Teatro de calle por parte de los mendigos. Veremos a personas con vestuarios y maquillajes dignos de una película de terror. Veremos acrobacias que se encarguen de tocarnos el corazón, y oiremos historias desgarradoras que nos cautivaran. Y con la tecnología a todo lo queda, seremos presas de actos tan sorprendentes que la conmoción será comparada con la que se tuvo cuando “Star Wars” llegó al cine. Y todo por ganarse unos pesos de nuestros bolsillos.

Todo esto lo venía pensando en el camión que me llevaba de regreso a mi casa, cuando en una esquina vi al veracruzano limosnero, comprando unas caguamas en un Cervi expresso.

3 comentarios:

Rodrigo Solís dijo...

Muy cierto mi querido Wil, los limosneros son una gloria. Yo soy amigo de un loquito que finge locura en las esquinas con semáforos para ganarse la vida. Y cuando que digo es mi amigo, es porque a mí no me pide limosna, sólo me saluda efusivamente gritándome “guerooooooo”.

wilberth herrera dijo...

Sí. Son como los señores que levantan la moral; los que dicen "que pasó flaco" y uno es un gordo, creado por sabritas. Sólo faltó mencionar si, apesar de loquito es mudo. Imagínate un loco que la haga de mudo, sería una comedia andante.

Eduardo Huchin dijo...

Maese Rodrigo: ¿No era ese loco quien antes pedía limosna fingiendo un problema físico, pero que por circunstancias desconocidas cambió de giro comercial a fingir un padecimiento mental?