Recuerdo que cierto maestro, que me limitaré a decir que su nombre es como el de uno de los Iglesias y su apellido es del tipo de árbol que decoran para Navidad, llegó y nos dijo “que te den un beso negro, es lo más delicioso que me han hecho en la vida”. Nos causó risa pero nos dejó a los presentes una cierta duda en la cabeza.
“Es impensable, atenta contra la masculinidad” decíamos como si nuestro mundo dependiera de eso. Sin embargo, la por pornografía nos decía lo contrario.
Las maquinitas era una necesidad para todo joven en los 90’s y Street figther II es un símbolo de esa década. Un rumor se posó en nuestra infancia “¿Sabías que puedes destapar y jugar con el maestro de Ryu, Sheng long?” la respuesta era automática ante nuestra sorpresa “tienes que ganar a todos en perfect y con M. Bison, empatar por diez rounds”.
El nuevo siglo trajo consigo la verdad, no existía ningún Sheng Long jugable, sin embargo, Capcom sacó provecho de aquella broma de la revista EGM en la que caímos, e inventó ese personaje. No obstante, en nuestra niñez, no faltaba algún mentiroso que se diera los aires de “macho” y te decía que él lo había sacado. Como si el hacer eso te hiciera más hombre entre los videojugadores.
Me parece revelador cómo desde niño, el medirse el pene (de manera simbólica en este caso) conlleva a crear a un hombre ficticio, y que a su vez, levanta un muro de la vergüenza que nos impide ver más allá de nuestra nariz.
Sin embargo, aún así, me rehuso ha que me den un beso negro. Total, yo pude sacar a Sheng long en un par de ocasiones.
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