martes, 9 de marzo de 2010

Me ganó el deseo: Venciendo al enemigo de Mark Linkous

A la memoria del creador de Sparklehorses


Los días no son dorados, es sólo una imagen falsa para crear algo que interpretar y hacerlo con fuerza. Hay que alejarse de los cuervos y de los flacos lobos de las bahías, palabras que son un jugueteo formal que coquetean con la verdad que se agolpa aquí (señalo esto porque no lo quiero decir).

Es triste, lo sé, pero no hay manera de cambiarlo. La gente dirá “pero si era gentil, amable y divertido ¿cómo pudo suceder?” y no entienden que la amabilidad y el amor por la amistad están aparte de la verdad que se agolpa aquí (y señalo con mi mano porque no lo quiero ni susurrar).


La mañana de este día es más larga que las de costumbre, una casa, un conocido, un querido conocido son estampas que mucho tienen que ver conmigo pero muy poco con el océano que se agolpa y chilla, aquí mismo, aquí ( y lo señalo con mi puño, porque no hay más qué decir).



Dejar una carta sería como una despedida inútil, me quiero ir y no quiero decir adiós, ni mucho menos hasta pronto, porque lo que quiero me lo llevo conmigo y se desintegrará en mi memoria cuando la sangre se detenga aquí (y lo señalo con mi dedo, porque tiene que ser señalado pero no silbado).

Tiene que ser cerca de los tuyos, no quiero despedirme pero sí quiero estar con un ser querido, cerca, y me tengo que ir con señales, porque no quiero desplomarme sin ser secundado por el silencio, una explosión, sí, lo más cercano al big bang, porque lo siento aquí (y lo señalo con la pistola, ostentosa y mía, porque las cosas no pueden ser de otra manera, así y sin drama, lo que menos quiero es drama, basta con esta obra que se tocaba infinitamente dentro de mi pecho. Sólo basta con eso).



1 comentario:

Anónimo dijo...

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